sábado, 28 de enero de 2012

La sonrisa de Oliver es distinta a la de Ginger

Cuando Ginger vio a Oliver, lo primero que hizo fue dar las gracias.
Últimamente sus clientes no cumplían ya los treinta y cinco y ese chico tendría su edad, casi su mismo peso, y él tenía la altura perfecta para que la cabeza de ella encajase bajo su mentón.
Una sonrisa de él le hizo comprender que no tenían el mismo estilo de vida. Su sonrisa era inocente, tímida, pura, buena.
Cuando Ginger se acercó con la mirada de leona que tan bien le salía, realmente tenía ganas de morderle el cuello y no estaba fingiendo. Pero tras unos cuantos besos, él hizo que parase.
Cuando él explicó que no había pagado sus servicios, ella lo entendió todo.
Cuando lo entendió todo, se sintió pequeña y desnuda.
Cuando eso pasó, fue la primera vez que deseó que alguien hubiera pagado por estar con ella. Solo por estar con ella.

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